domingo, 9 de septiembre de 2007

R.FISK Y LA CONSPIRACION 9/11

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Por: W. J. Segovia
En un artículo reciente Robert Fisk se queja de que la versión oficial sobre lo acontecido el 11 de septiembre de 2001 deja preguntas sin respuesta (The Independent, 25 de agosto).
Vaya, hasta que un periodista importante y con credenciales respetadas en todo el mundo, se atrevió a decirlo.
Pero, cuidado, Fisk mantiene su distancia, no sea que lo vayan a confundir con los creyentes de la subcultura de los videntes y aficionados a los platillos voladores…
Muy bien, hay que respetar la cautela, pero eso no debe afectar la lucidez.
El prestigiado periodista relata que siempre que habla en público sobre este tema, hay una persona rabiosa que le cuestiona duramente por qué no dice toda la verdad sobre los atentados de ese fatídico día. Fisk le ha respondido que no tiene tiempo para perder hablando de complots imaginarios. “Yo solamente soy el corresponsal en Medio Oriente, no el corresponsal de conspiraciones”.
Según Robert Fisk, el razonamiento decisivo es el siguiente: ¿cómo puede uno creer que el gobierno de la mancuerna Bush-Cheney pudo organizar un complot para ejecutar los atentados del 9/11? Esa mancuerna todo lo arruina y ha metido la pata mil veces. ¿Cómo puede pensarse, insiste Fisk, que fueron capaces de “organizar los crímenes contra la humanidad perpetrados en Estados Unidos el 11 de septiembre”?
Pero, ¿quién dice que todo lo han arruinado? La agenda de la administración Bush-Cheney buscaba, entre otras cosas, el continuo desarrollo de los arsenales nucleares estadunidenses, la destrucción de la Convención de Ginebra en materia de tortura, la limitación severa de los derechos civiles y libertades fundamentales en Estados Unidos, etcétera. ¿Quién dice que no se han alcanzado estos objetivos? Quizás el logro más importante del dúo Bush-Cheney es la manipulación de la opinión pública en Estados Unidos después del 9/11. Eso es lo que explica la re-elección de Bush, un político que interrumpe sus frases, que no sabe nada y que titubea en cada sílaba.